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Ok, este post va a ser por lejos lo más íntimo y doloroso que les he contado nunca. Como tal, quizá será un poco inconexo, pero de todo corazón espero aportar al proceso de sanación de cada una.

Yo siempre comienzo contándoles mi historia en la relación con mi ex, a quien vamos a llamar P. Bueno, esa relación era una donde yo financiaba todo, y llegué a eso porque de más chica -14- 15 años- anclé la creencia horrible de que tenía que estar "agradecida" de que alguien se fijara en mí. En octavo, como buena Libriana, me había enamorado de un compañerito que amablemente me había dicho que le gustaba una amiga mía. Ella era delgada, yo era gordita. Ella se portaba muy mal y yo me portaba muy bien. Y como la gordofobia ya se había apoderado de mi sistema de creencias, asumí que esa era la razón de por qué no podía gustarle yo y sí mi amiga. (Otro día les contaré cómo llegué a eso, tiene que ver con una tía con la que ya no tengo contacto y con otra que falleció, pero en mi caso fueron las mujeres de mi familia las que, desde muy temprana edad, me hicieron sentir verguenza de mi cuerpo grande)

Bueno, entonces ocurrió que no sé por qué mecanismo mi mente quiso "compensar" el "no ser tan linda" con habilidades como ser inteligente o buena en los ramos difíciles, y fue así como terminé siendo para siempre la mejor del curso. Yo era esa compañerita con sobrepeso que todos tuvimos, con muy buenas notas, pero que nadie toma en cuenta para nada más.

Con ese mindset llegué a cuarto medio, cuando debo haber sido poseída por una revolución solar muy Aries y me puse a hacer ejercicio y dieta. Bajé más de veinte kilos y ahí sí, dos compañeritos que me gustaban me dieron bola. Sentí nuevamente que era valiosa.

Y en la universidad conocí a P, quien fue mi pareja por ocho años y cuya historia, si me siguen hace tiempo, ya se deben saber de memoria. En esa relación me abandoné mucho a mí misma llegando a extremos como darle dinero yo a él para que me regalara cosas en navidad o cumpleaños. Me avergüenza contarlo pero también lo hago porque hoy estoy en la cúspide de todo pero no estuve siempre ahí, ha sido un larguísimo camino de autoconocimiento y muchísimos ajustes a todas las áreas de mi vida.

Por esa razón llegué a pagar yo ese matrimonio que finalmente no tuve, y por eso mi máxima demostración de amor propio fue, cuando él me dijo que no quería casarse ni convivir ni nada, pero sí seguir pololeando como estábamos, dejarlo. LO DEJÉ. No sabía qué sería de mi vida sin él, literalmente, pero lo dejé.

Quierete se llama así por eso. Quererme y elegirme yo misma ha sido mi máxima lección de vida, plasmada también en mi sol en casa 2 en mi carta natal que mucho más tarde supe que tenía.

Ahí mi sagrado femenino estaba totalmente bloqueado, yo no recibía absolutamente nada en esa relación, me había ido a mi extremo masculino, forzando absolutamente todo en un apego ansioso.

Mis heridas de rechazo de la adolescencia me habían hecho creer que mi valía residía en mi belleza física, obviamente basada en una belleza canónica sacada de lo que se ha construido como deseable en occidente para las mujeres.

Salto temporal al 2022.

Diez años en pareja con Pato - a quien cuando conocí, también pensé que no me tomaría en cuenta por ser "mino" y delgado, obvio-.

Mis viajes alrededor del mundo me han permitido darme cuenta de que "lo deseable" en una mujer es una construcción cultural que varía muchísimo sobre todo en Oriente, y que algo que sería "malo" en Occidente, es hermoso al otro lado del mundo, y así. 

¿Qué creen que pasa entonces cuando esta Tammy -se supone que sana, se supone que deconstruida- se enfrenta a conocer hombres turcos guapísimos, sacados de revista, cultos, amables, infinitamente atractivos?

Sale la misma Tammy adolescente, sintiéndose insuficiente. Fea. Poco atractiva.

Pero como mi energía, más que mi cuerpo físico, ha cambiado muchísimo, esa Tammy herida habla bajito, casi imperceptiblemente, y es de esa forma que no sé cómo se van acumulando las invitaciones a salir, las flores, los regalos de todos estos hombres. Cuál de todos más guapo.

Aprendo nuevamente a recibir. Me doy cuenta de nuevas formas de manifestación de mi Venus. Sonreír con los labios pintados es un regalo para cualquier turco. Tu presencia. Tu aroma. Tu conversación.

Tú entera eres el regalo para los hombres musulmanes - hablo por Egipto y Turquía, debe haber países más peligrosos para las mujeres, como Irán, pero donde yo he estado varias veces ha sido acá y esto es lo que concluyo-

Hombres que te piden permiso para abrazarte, para tomarte la mano y para tomarse una foto contigo. 

Mi herida de rechazo ya la había trabajado mucho en mi relación con Pato. De él aprendí a recibir, a sentirme amada y admirada, y sobre todo aprendí que podía y merecía recibir cosas increíbles.

Pero ahora veo que ya está sanada por completo. Se dice siempre en ventas que avergüenza vender porque la venta implica eventualmente un rechazo, y es cierto. No siempre cuando vendes te dicen que sí. Yo antes del 2018 me sentía pésima vendedora y hoy siento que es de mis mejores habilidades.

Abrazo a esa Tammy adolescente y le digo que todo va a estar bien. Que va a poder tener al hombre que quiera en el país que quiera, pero que antes debe aprender algunas cosas.

(pido disculpas si este post suena muy centrado en la pareja, pero es un área de la vida muy importante para mí, aunque sabemos que hay miles de cosas más allá afuera para nosotras. Precisamente eso es lo que me ha permitido hoy, desde el desapego, poder mirar esta faceta mía)

Por esto, le agradezco muchísimo a la generosa tierra de Turquía. Por mostrarme cómo se mueven sus energías de sagrado femenino y masculino. Por mostrarme tantos códigos de prosperidad. Por mostrarme que puedo tener amigos hombres -cosa imposible para mí en Chile, otro día les hablaré de esto-.

Y cómo pasó todo esto? mi profesor particular de inglés me pidió que hiciera una playlist con canciones para ir practicando. Encontré "I´ll never break your heart" de los Backstreet boys, que era lo que sonaba de fondo, mientras bailábamos un lento con mi compañerito en octavo básico el año 1999 a la vez que me decía que yo no le gustaba, pero sí mi amiga. Básicamente la primera vez que me rompieron el corazón.

La música nos lleva por caminos sinuosos, y va generando un tipo de memoria muy distinta a la mental.

Espero les sirva mi experiencia y puedan mirar a esas niñas y adolescentes que viven dentro de ustedes, y poder trabajar en ellas para sanar sus heridas.

Un abrazo enorme :)

Tammy

Paris, 17 de octubre de 2022